No más cruces triple A
Por
César Herrera Palacio
¿Cuántas
religiones hay en el mundo? Si el Gobierno colombiano les impusiera a los
canales privados un minuto triple A para todas las religiones cuyos líderes reclamaran
igualdad de condiciones aduciendo la libertad de culto, que proclama nuestra Constitución
en el Artículo 19 (Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión
y a difundirla en forma individual o colectiva. Todas las confesiones
religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley), nos pasaríamos muchos
días divirtiéndonos antes del noticiero de las siete de la noche. Escucharíamos
argumentos de la Iglesia de los Subgenios,
que es una orden de Herejes y Blasfemos, dedicados a la libertad de pensamiento,
que profundiza en la ciencia de la burla, sado futurismo, metafísica, escatología,
entre mil locuras más.
El
lunes cambiaríamos al padrecito pedigüeño y ronroneador, y su puta crucecita
chueca, por el mundo misterioso y mágico de El
monje de los cocos, llamado así porque durante tres años se alimentó de
cocos en la isla Fénix, en Vietnam. El martes gozaríamos con Los adoradores de Rambo, los Kamula, de
Papúa, Nueva Guinea; el miércoles nos enriqueceríamos con la Cienciología, el jueves cantaríamos uno
de los diez mandamientos de la Iglesia
Maradoniana (sexto: Honrar los templos donde predicó y sus mantos
sagrados). Y el viernes, día de los excesos, lo dedicaríamos al Pastafarismo y Religión pastafari, la
religión del monstruo del espagueti volador. ¿Se imaginan el banquete del
millón italianísimo y no solo sopa desabrida y pan?
No
tendríamos que donar nada: ni plata, ni becas, ni casas… Nada de regalar,
siempre con la promesa de recibir después de muertos. Ahora recibiríamos el
placer de la comida, del fútbol, del cine, de la herejía, del conocimiento; y
hasta nos podríamos animar a crear nuestra propia Iglesia basada en el respeto
de la vida (sin la ley del talión) y no en el miedo de la condenación eterna.
De modo que en nuestra propia Semana Mayor no tendríamos que pasar horas
enteras viendo torturas, crucifixiones, sangre y látigo, sino que sería una
semana de creatividad y bienestar. De estas hermosas vacaciones nos quedarían
recuerdos maravillosos, una infancia sin traumas, sin las pesadillas del
infierno y no creeríamos en predicadores de pobreza extrema mientras nadan en
la pedofilia, entre confesionarios de tafetán, pedrerías de la Joyería Rometsch
y la corrupción más solemne en un estado tan chiquitito que puede estar bajo el
control de una sola persona.
Si
alguien quisiera adherirse a una religión más exótica, podría escoger el Minuto
de Anu, de la mitología celta. Anu es diosa de la fertilidad, la abundancia y
la prosperidad. Uno de sus símbolos es la luna creciente. Anu es el equivalente
a todos los candidatos presidenciales que vemos durante las campañas, pero lo
que ofrecen, aunque no lo cumplen, prometen darlo mientras estamos vivos, no
después, como el de la crucecita de madera burda y mal clavada.
Recuerdo
el Minuto de Dios desde que era un niño. ¿Por qué, si nuestro Estado es laico,
tenemos que ver todos los días de la semana este tenebroso minuto?
A
partir de ahora, entutelo para que se me respete el derecho de culto y no se me
imponga en los canales de televisión que yo pago cada mes, la figurita igual a
mí en todo, “menos en el pecado”. No quiero un dios como yo, porque entonces
preferiría ser yo mismo mi Dios, con uno de los mejores adobes de la existencia:
el pecado.
Consulta de religiones y dioses
https://www.xatakaciencia.com/psicologia/las-10-religiones-mas-extranas-del-mundo
(4-05-18; 8:10 a.m)
https://es.wikipedia.org/wiki/Anu (04-05-18;
5:23 p.m)