viernes, 18 de abril de 2014

Flobert Zapata Arias, cinco poemas de César Herrera




Cinco poemas de CÉSAR HERRERA



Se exponen en esta entrega cinco poemas de César Herrera, una de las obras más sólidas que a nivel de poesía se da en el país. Muchos de los buenos trabajos que a nivel poético se presentan en nuestro medio son desconocidos. Versos.


LA PATRIA, Manizales, abril 4 de 1999 (Papel Salmón)

Por Flobert Zapata Arias 


César Herrera ha publicado dos libros de poemas: «Travesía para recobrar un sueño» (1989) y «Testigo ocultar» (1994). De «Travesía» ha señalado José Luis Garcés González su «nítido aire de soledad, sarcasmo y tristeza». En «Testigo» José Pérez Olivares encuentra que su «epicentro es la violencia y la muerte». Sin embargo el registro temático es más amplio, como lo confirma la presente muestra. Está presente el amor en «Imágenes uno», un poema que consigue armonizar la topografía tropical con la extranjera y remata con una imagen en fuga. Poemas como «Sobra corazón» y «Balance final», cuyos ejes son el padre y el abuelo respectivamente, deben ser mirados con clave autobiográfica. La tensión critico-social deslumbra en «Entre los árboles» y se hace diatriba feroz en «Trueque de poca importancia». La nostalgia de lo perdido e irrecuperable, la estela del amor, son salpicados por la sangre, como en un cuadro expresionista y no obstante el poeta no pierde la esperanza de «alcanzar un estado de bronce en reposo». El estilo de los dos libros oscila entre la precisión y la torsión semántica, con predominio de la segunda sobre la primera y ambas con excelentes momentos. En los poemas seleccionados es donde mejor se concilian tono, arquitectura e imaginería. César Herrera nació en Betania en 1963. Es director de la revista «Mascaluna», que acaba de poner en circulación su edición No. 5


SOBRA CORAZÓN
No tengo nada qué reprocharle
a mi padre.
Estar lejos, también es querer
en el furor de la amargura.
No miento, por nostalgia no falseo.
El y yo caminamos por riberas opuestas
y estiramos nuestras manos
como dos lejanos fulgores
en el pillaje de la aurora.
El me sonríe como cuando yo era chico;
veo la sombra de los sauces
azotarle con gracia repetida
el rostro que no olvido.
Ahora, yo también sonrío
y en un milagro fresco
casi alcanzo sus dedos;
pero hay una luz insalvable
y mi padre se desploma en una balsa
brumosa, al arrullo evanescente
del primer gorgeo del día.


BALANCE FINAL
A los noventa años
mi abuelo no ha viajado
a Budapest;
no ha tomado whisky en las rocas
ni ha usado reloj Raymond Weil.
No sabe lo que es un concierto
y no ha perdido los dientes,
el pelo sí;
no ha consumido la paciencia,
la vista sí;
no ha escamoteado
el tono dulce y seguro de su voz,
sí la esperanza.
A mi edad, no he perdido a mi abuelo,
lo demás sí.


IMÁGENES UNO
En Siberia está nevando, amor.
Aquí en Puerto Salgar es primavera.
Valparaíso es gris ahora
y mientras tanto La Dorada es fiesta.
Amor, la cordillera colombiana es libre
y en su perfil altivo de alameda
llegan, por fin, a su expresión mayor
las ilusiones.
Y mientras nieva en mi recóndita Siberia,
el Magdalena arrulla a los caimanes
soñolientos del verano.
Sólo doblega hoy la auridez feliz de esta serranía,
el vuelo blanco de una garza alegre.
En Siberia, amor,
hay un cielo malditamente amargo;
en Honda, Tolima, como cultivo de luciérnagas,
están sembradas las mil estrellas
que le hicieron falta a tu mirada
para que yo no me alejara.


ENTRE LOS ÁRBOLES
En un riacho parduzco
de Puerto Carare
se baña una joven.
Una flotilla
de pececitos
mordisquea su pubis.
El cadáver
baja abotagado
y espanta a la muchacha.


TRUEQUE DE POCA IMPORTANCIA
Doy esta podrida oración
para que el país se hunda
de una buena vez;
para que acabe este sembrado
de hombres pipones, aguamierda.
Doy el anillo que empeñé
por una bomba hache.
Quiero mirar por el ojo mágico
tu ebullición,
Paisangre fétido.
Recibe esta implacable merced
de sable hirviendo.

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